Quiero contarte que el otro día, al pagar el estacionamiento en un centro comercial, yo le di las GRACIAS al señor que me atendía, cuando el me devolvió el vuelto de mi dinero, y el me dijo “GRACIAS por su presencia”. En ese momento, pensé que cuando recibo las GRACIAS, siento lo mismo que cuando las doy, me siento bien, por lo tanto esa persona también puede sentirse bien, es decir, ambos nos sentimos complacidos con lo que estamos haciendo el uno por el otro.
Buscando el significado de esa palabra mágica, GRACIAS, encontré varias cosas como agradable, agradecido, el reconocimiento por un favor, etc., pero me gusto una definición en particular: Gracias es la honra o alabanza que sin más se tributa a otro.
En mi caso particular, yo uso la palabra GRACIAS para que el receptor sienta mi interés por su persona o por cualquier gesto o acción que intercambió conmigo.
También se usa, esa palabra maravillosa, a modo de despedida o al cierre de cualquier trato cotidiano, como por ejemplo, cuando sujetan la puerta para que pasemos, detienen el ascensor porque también lo vamos a usar, etc...
Eso me hace pensar que cuando agradecemos expresamos felicidad, afecto, reconocimiento, honestidad, alegría. Sin embargo, lo más importante es que surja espontánea y libremente, sin que nadie nos exija su aparición, como cuando éramos pequeños y nuestros padres o personas mayores a nuestro alrededor nos la recordaban.
Cuando NO damos las GRACIAS podemos dar la impresión que somos mal educado, sin embargo, cuando lo hacemos le estamos dando valorar a alguien por algo que nos ofrece.
Nuestros padres nos han enseñados siempre a dar las GRACIAS y con el paso del tiempo, claro esta, si la utilizamos debidamente y constantemente en nuestra vida diaria, esta palabra se hace un hábito en nuestro lenguaje cotidiano.
La verdad, es que la palabra GRACIAS suele reconfortar, por eso invito a que la usemos en nuestra vida. Gracias!
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